sábado, agosto 27, 2005

vectores

Caída libre y pienso, memorizo el cielo catódico,
el viento sopla como estática de televisor inconsciente,
la maquinaria hace el rondín acostumbrado.
Y cualquier sonido es, bajo la noche, una adivinanza. Incluso
los disparos que emergían de la torre eK cuando logré escapar
de la confusión.

Comienza a llover, el suelo se cubre de motas y así oscurece,
así contrasta el cielo invisible sobre mi sombra.

Con las manos escribo ideografías sobre el display, con las venas derretidas,
olor a caucho de avería. Nada de sangre,
nada de dolor, sólo la miseria a la que me han acostumbrado mis ojos.
Después simplemente me pongo de pie y echo a correr, a cualquier parte. No importa.

Infusión de nubes recicladas. Me pregunto si estará allí o más lejos,
en la vastedad de la información que ya no controla un ente predefinido.
Me pregunto y las respuestas no provienen de algún almacén de datos
conocido sino de otra parte, un lugar o un algo que no puedo identificar,
al menos no del todo.