sábado, marzo 05, 2005

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El sueño que te dió aliento se perdió en alguna esquina decolorada, entre el alcohol y el sopor de las prisiones necias. Un golpe seco. Suele suceder, podríamos culpar a la piedras, a las nubes, o a los planetas, o podríamos simplemente no culpar.

Y así nos cansamos de besar el suelo de barro, las paredes blanqueadas, los deseos ensombrecidos bajo nubes de paja.

No perdiste el rumbo, navegar a la deriva nunca fue el rumbo, perdiste algo más... Aunque, el océano es aún infinito.