domingo, mayo 23, 2004

cuando un beta-menos cuestiona

[post retroactivo en retrospectiva atemporal o lo que pensaba realmente cuando pensaba lo que pensaba]

[había otro texto aquí]

pienso que aún soy demasiado torpe para dar forma coherente a mis ideas por escrito, debe ser que escribir código para programas de computadora no es lo mismo que escribir un texto con estilo literario (¡bah!), como no es lo mismo leer el manual de usuario de la última novedad de microsoft que leer a Nietzsche, mierda porque tuve que nacer usuario y de los más pendejos, aún así nada se pierde con intentarlo, de hecho hoy en día nada se pierde con nada o todo con todo o eso.

según indagaciones compulsivas y conclusiones reflexivas que han resultado de surfear por las cloacas de realidades paralelas pero ajenas a mi contexto natural y cotidiano (de inanición cerebral, emocional y musical, cuestiones que no voy a detallar ahora por que digo yo que no es el momento ni se me da la gana)...

de locos artistas y cuerdos espectadores.

...existen locos que no son necesariamente deficientes mentales (dichosos los otros locos, por su irrealidad irredenta e inalcanzable, sólo por eso). estos locos sufren de una enfermedad social tramposa que es a su vez la misma cura social. esto es, pasado un tiempo, y si sobreviven lo suficiente, llegan a curarse por completo, cuando los cuerdos se han dado cuenta de que no estaban demasiado locos, es decir no tan poco cuerdos para ser locos, o algo así. entonces aquello que inicialmente parecía una gran deficiencia llega a llamarse talento y dicen los que saben (que piensan que saben) que arte. y así sucede que todo se les va a los cuerdos educados y equilibrados en mirar cosas de locos, escuchar cosas de dementes, admirar ondas de gente rara que sucumbió ante una neurosis existencial digamos productiva, que devinieron productos de un aparato social decadente y plagado de vicios, miedos, circunstancias históricas mierdosas o bien que simplemente supieron mirar en su interior en busca del universo perdido, del lenguaje abstracto que todos conocemos pero necesitamos que alguien más nos espete en la cara, a martillazos como última opción.

y así anhela y exige el cuerdo educado y equilibrado la vehemencia del loco artista, o del intrépido deportista, del locuaz líder, o del farsante que hace gracias de mono en un gran escenario. y la representación se vuelca en el concepto, en la necesidad de creer, de aferrarse al unísono a un ideal subyugador. la figura que se nombra, el concepto que se evoca, fetiches y más fetiches que hagan llevadera esta insoportable e irreconocible psicosis de existencia pavloviana (yo tengo que conseguirme uno(s) o voy a pudrirme por desdeñoso).

muchos locos artistas nunca dejan de sentirse desgraciados crónicos, para lo cual no hay cura, se jodieron en eso, se jodieron todos...

pero como el mundo no es sólo blanco ni sólo negro, algunos preferimos perdernos en el gris, en el gris de los sueños, de la contemplación y luego en la galaxia de la reflexión, a fin de cuentas no tenemos absolutamente ninguna responsabilidad ni con los locos ni con los cuerdos. los extras no cargamos con estigmas de protagonismo.

sin embargo, lo que no se puede evitar ocasionalmente es la inquisitiva y fastidiosa mirada de locos y cuerdos, tu eres de este mundo no de otro, estás aquí y no allá. entonces hay que elegir (las elecciones son la trama del programa, los errores su resultado) y fingir, de pronto que se está cuerdo y de pronto que se está loco, usar, como en un teatro, un disfraz diferente según la obra hasta perderse irreconocible en un enjambre morfológico de personalidades consistentes que garanticen el arraigo del alma, y recibir aplausos o abucheos antes que indiferencia (que cosa mata más al ser humano que la indiferencia de los suyos, el ostracismo, la soledad humillante), si al cometa de papel no se le ata volará demasiado alto, más de lo que puede soportar, reventará o se desintegrará en su propia atmósfera de inercia. tomando una frase prefabricada, o te adaptas o te mueres.

¿y para qué fingir? hombre, si las cosas son más fáciles, la vida es simple y llana como una playa desierta repleta de vacacionistas que viajaron en un v.t.p., los cubiertos no se comen, sé civilizado, ¿qué cosa es tan difícil de entender? tu eres de este mundo y no de otro, estás aquí y no allá. todo cuanto pudiera decirme de la vida un diván de psicólogo lo sé de sobra, sólo que lo he olvidado, pero no del todo. la vida puede hacer como que pasa y yo hago como que vivo y lo hago, bien o mal, pero efectivo para lo que importa a final de cuentas: morir.

nada de esto es crítica, ni queja. es simple observación situacionista y exploratoria, sondeos de realidad limítrofe, no puedo conformarme, y nunca lo he hecho, con mi adulterado instructivo de nacimiento ni con ser vacacionista v.t.p. de una playa artificial, ni siquiera con ser vacacionista simplemente. nada de esto es cuestionable ni reprochable tampoco, porque es tan simple como lo que se puede esperar de cualquier persona común que ha tomado el control del botón “publish” y que también decidirá cuando utilizar “save as draft” por vergüenza, un registro de la memoria en código binario maquillado con alegoría idealistoide, intelectualoide, sentimentaloide y demás –oides despectivos, poco importa. las letras son libres, libres de fetiches, asquerosa o virtuosamente libres. libres de existir o no existir, de ser o no comprendidas, cada vez más libres y menos leales. ahora puedo escuchar ruidos, de engranes y motores, la perspicacia necia me taladra los estribos, mierda, no hay justificación para este malestar, voy a prender la TV para olvidar...

las mayúsculas deberían ser sólo para los nombres realmente importantes.