domingo, octubre 16, 2005

títere: el último y nos vamos

El caracol se desvaneció
huyó,
tan dentro de si mismo que naufragó

Y las alas se cubrieron con las manos
los rostros traslúcidos,
olvidadizos de la espera

Avanzada de hilos tambaleantes,
pies fijos los cuchillos de esta tierra,
en donde reflexionan piedras enmohecidas
lo único que queda de esta niebla imperturbable

Pero igual que si nacieramos ahora
la verdad se la ha comido toda el musgo interminable

He aquí heridas que sangran leche bajo una higuera
y vacilan entre un sol nocturno y uno diurno
uno blanco y uno negro
uno muerto y uno lejano
llamado infinito vacío

Imposible de indecible,
es saber que no has muerto de silencio
igual que mis palabras,
vagabundas incrédulas sin pies y por tanto sin andanza

En cuanto a la hora,
Quién sabe si habrá hora...