lunes, agosto 28, 2006

éxodo

Es cierto, muchas veces no reconozco ni los días en los que amanezco. Y yo sólo digo, que todos tienen la razón. Yo también tengo razón. Por eso estoy aquí y quisiera decir muchas cosas más, pero es inútil. \ Las ausencias van y vienen, pero yo me quedo. Me quedo siempre al pie de la chatarra, platicando con el precipicio de horas largas, esperando a que regresen mis delirios locos, medusas. Me quedo a esperarte y me iré cuando regreses. Te dejaré notas, con anécdotas que conoces bien. Tal vez un libro entero, tal vez nada más que mi memoria oxidada. \ Ya es tarde, escribo con tinta azul y el cielo se decolora, se vuelve frío, un canal muerto a medianoche. Deberías contemplar lo que es todo esto, deberías dibujarte el rostro de la luna y contemplar como hago yo (!). \ Me aparto y juego al elixir de una máquina blanda, contengo los ojos con las manos, ¿Con qué más? Algunas veces las estrellas se alejan hasta el punto en el que no es posible imaginárselas allí, respirando bajo el agua aún, esperando a que termine la eternidad o a que comience, nadie sabe. Nadie sabe de verdad. Lo que esperan.

Leí algo acerca de que dios ha dado la libertad al hombre para que éste a su vez pudiera decir "Amo a dios", y lo dijera de verdad, no como un muñeco de ventrílocuo. Porque dios también desea que lo amen. Pobre dios, estamos solos, realmente solos. Pero al menos yo soy humano, y para los humanos todo esto tiene fin.