martes, mayo 17, 2005

// 1979

40 minutos está bien. Justo ahora, mi mente es una colección de vidrios rotos y cigarrillos torcidos. Llamé al número que escribiste sobre mi brazo. Tu o alguien que se parecía a ti. No tuve oportunidad de preguntar tu nombre, si es que tienes alguno. El autobús me dejó con la duda. Y una gran adicción. Yo o alguien que se parecía a mí. Hoy o ayer, qué importa... no era yo, tampoco eras tu, creo...

No sé como continúa.