sábado, mayo 29, 2004

Vladímir Vladimírovich Maiakovski

Vladímir Vladimírovich Maiakovski

Poeta y comediógrafo ruso. Nació en 1893 en la aldea de Bardad que hoy lleva su nombre, en la Georgia transcaucásica. Hijo de un guarda forestal que no le pudo procurar una formación escolar. Desde muy joven comenzó a escribir poesía. Tuvo que emigrar muy joven con su familia a Moscú, y allí entró en contacto con el ambiente revolucionario de la Rusia proletaria de principios de siglo.

Formó parte del partido de Bolshevik desde 1908, y antes de cumplier veinte, ya habia sido arrestado tres veces por las actividades subversivas. Tras el triunfo de la Revolución Rusa, se convirtió en portavoz cultural del régimen bolchevique.

Cabeza de la tendencia literaria futurista rusa, que proclama una revolución en el arte. Escribió algunas de sus mejores obras, como "La nube en pantalones" o "La flauta de las vértebras".

Algunos de sus poemas, como "Oda a la revolución" (1918) fueron muy populares, al igual que sus poemas líricos de amor, entre los que se encuentra "Amo" (1922). Durante la década de los años veinte viajó por Europa, participando en congresos y conferencias, creando material de propaganda, desde carteles o posters hasta poemas y guiones cinematográficos.

En su obra teatral destaca La chinche (1929). Su gran poema es Hablando a gritos (1930) que dejó inacabado y está considerado como su testamento espiritual. Se quitó la vida el 14 de abril de 1930 con un disparo al corazón dentro de su casa, en la calle Lubianski de Moscú; casi seguramente como forma de protesta contra el deslizamiento hacia la reacción burocrática.


I

¿Me quiere? ¿No me quiere? Retuerzo las manos
y los dedos
destrozados desperdigo.
Así deshojan al adivinar y esparcen
por mayo
corolas de margaritas del camino.
Aunque las canas descubran el peinado y la barba;
aunque abundantes suenen en plata
los años
espero, confío; que jamás llegue
a mí el vergonzoso buen juicio.

II

Son las dos
estarás en la cama
O tal vez
tú también andes mal.
No hay prisa,
y con urgencias de telegrama
no tengo
porqué
despertarte y molestar

III

El mar se aleja de mí.
El mar se aleja a dormir.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida varó en lo diario.
Estamos en paz,
y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores, penas y agravios.

IV

Son las dos estarás en la cama.
La Vía Láctea es un Osa de plata estelar.
No hay prisa y con urgencias de telegrama
no tengo porqué despertarte y molestar.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida embarrancó en lo diario.
Estamos en paz y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores penas y agravios.
Mira en el mundo qué paz;
la noche orló de un tributo de estrellas el cielo.
A estas mismas horas te levantas a hablar
a los siglos, la historia y el universo.

V

Sé de la fuerza de las palabras, sé de las palabras el rebato.
No son a las que aplauden los palcos.
De palabras tales se desprenden los ataúdes
y sus cuatro patitas de roble sacuden.
A veces la suprimen, no se publica ni imprime,
pero la palabra vuela con las cinchas ceñidas,
tañe los siglos y llegan a rastras los trenes
a lamer las manos encallecidas de la poesía.
Sé de la fuerza de las palabras: parece de memos,
pétalos caídos bajo los tacones de un baile.
Pero el hombre con el alma los labios los huesos...

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Nota

(*) Preludio inacabado de un poema, probablemente escrito poco antes del suicidio de Maiakovski en 1930. Una parte de la estrofa III se repite en la nota de suicidio.