lunes, marzo 20, 2006

Demencias.

Vivía en un séptimo piso. No tiene importancia en que ciudad o en que lugar del mundo, lo único realmente trascendente era que se trataba de un séptimo piso escondido entre un sexto y un octavo piso, el orden siempre importa. Es fácil volar desde un séptimo piso, ahí las nubes comienzan a tornarse más reales y se siente uno como un gigante comiendo algodón insípido. Luego, cuando cae la oscuridad, las luces se encienden y es todo como un parque de diversiones accidentado al que puede uno lanzarse siempre y cuando se levante antes de clavarse en el pavimento. Pero todos sabemos que eso no es posible, a menos que la gravedad se encuentre distraída por un momento.