luke chue
Yo digo que están simpáticos estos monos.
.:.::. esto no compila, silencio por favor ::.:..
“cuando una persona tiene la mente peor que la de un loco de atar se dice que es un gonzo”
"En el periodismo Gonzo el periodista es el actor principal; que se joda la objetividad, e incluso la seriedad o sobriedad. Thompson escribió desde las nubes del alcohol, dijo lo que en realidad pensaba y cómo veía al mundo y todo eso le daba miedo y asco. Escribir como si se tratara de disparar contra el enemigo era su única forma de defensa, hasta llegó un momento en que ya no lo pudo aguantar. "
Básicamente, este tipo de declaraciones suele ser desgastante. No tanto por las implicaciones sino más bien por las explicaciones.
And if it all fell through tomorrow
Put my pack on my back
And it's home where the lunatics roam
Faith, faith moved a mountain
Where the rivers are so clean
And the consciousness so green
And the luminous folk shine like
Lanterns of hope
[...]
Lanterns
Killing Joke
Mr. Caldwell habla con una fotografía.De entre las especies, la fotografía es la mas extraña [...] Soy de esos que se quitaron los pies para caminar.
Sabeís desde ahora que para el gran público, para vosotros, dadaísta es equivalente de leproso [...] Otra característica de dadá es la continua despedida de nuestros amigos. Nos despedimos y dimitimos. El primero que ha presentado su dimisión del movimiento dadá soy yo.En un estudio introductorio del libro se habla acerca del Tzara adolescente en Rumania, de como su búsqueda de dadá (quizá sin saberlo él mismo) lo llevaría a rechazar la gloria segura en su país al apartarse de su literatura, para dar paso a lo que sería la más negativista, radical, demoledora e internacionalista de las vanguardias artísticas del siglo XX de la que todo parece haberse dicho ya.
Todo el mundo sabe que dadá no es nada. Me he despedido de dadá y de mí mismo tan pronto como me he comprendido la verdadera significación de la nada [...] dadá derrama una ternura artificial encima de las cosas, una nieve de mariposas surgidas del cráneo de un ilusionista [...] No existe nada más placentero que desconcertar a la gente [...]dadá es un estado del espíritu [...] Cuando dadá llegue a ser una palabra exacta y habitual [...] el mundo será dadá sin avergonzarse. Dadá es un estado del espíritu. Justamente por esto se transforma según razas y acontecimientos.
Dadá se aplica a todo y, sin embargo, no es nada, él es el punto donde el sí y el no se encuentran, no de modo solemne en los castillos de las filosofías humanas, sino simplemente en la esquina de las calles, como los perros y las cigarras.
Tal vez me entenderíais mejor si os dijera que dadá es un microbio virgen que se mete con la insistencia del aire en todos los espacios que la razón no ha logrado llenar con palabras y conveniencias.
Tristan Tzara
Hotel Fürstenhof - Weimar
23 de septiembre de 1922
Con las tristezas del bosque nos hemos dormidoSi dadá nació el 8 de febrero de 1916. Si dadá realmente murió aquel 23 de noviembre de 1922 en Weimar sólo podría decirlo la memoria histórica de los hombres libres, los que han hecho del arte el verdadero sentido de trascendencia de la existencia humana, gritándolo, escupiéndolo, recordándolo a martillazos, primero para sí mismos y luego para humanidad entera. Poniendo en relieve lo que no se puede llevar a cabo sin confrontación, sin dolor, sin el insulto a la locura en la que somos arrastrados por la modernidad (y posmodernidad).
he descubierto en mis adentros un arroyo de canción suave
--Mete el clavo del sufrimiento más hondo que todavía no me he muerto
¡Mírenme bien!
Soy idiota, soy un farsante, soy un bromista
¡Mírenme bien!
Soy feo, mi cara carece de expresión, soy pequeño
¡Soy cómo todos ustedes!
El uniforme blanco, aquella mirada de loca de atar tras esos espantosos anteojos, con quien sabe cuantas dioptrías, y el cabello revuelto. Mi profesora de Lógica era una mezcla de científico y charlatán, creo que ninguno de los que estuvimos alguna vez en su clase hemos olvidado la crudeza con la que nos estrellaba contra nuestras aspiraciones de universitarios incipientes. En más de una ocasión nos enfrentó unos con otros en intrincadas polémicas, parecía disfrutar con nuestros razonamientos de topo como ciegos pegando a la piñata o al trasero de alguna vieja gordinflona. Y nos hablaba de Gödel como quien habla de Marx, de Platón o de Jesucristo, con esa devoción rampante como en busca de nuevos adeptos. Incompletitud, jóvenes, -incompletitud-, decía, -no hay leyes absolutas en el universo que gobiernen el caos-. Recursividad, su obsesión por Escher. Mu, su obsesión por Bach. Creo que a pesar de todos sus esfuerzos infrahumanos, muy pocos (nadie tal vez) entendían sus andanzas espaciales. En cuanto a mí, ja, al hambriento de mí, sólo quería ser un flamante y feliz alienado encargado de sistemas de una flamante corporación y no rollos matemáticos, metafísicos y psicodélicos de porquería, praxis, profesorado de pacotilla, praxis. Y la tuve.
El problema es la incompletitud. Estaba en lo cierto Gödel. Siempre falta algo en las respuestas, siempre quedan resquicios de invalidez. La incompletitud es la constante. Nada es todo, y como nos cuesta trabajo entenderlo, aceptarlo por lo menos. Cómo nos arrastra la desesperanza por ello cuando nunca nos parecen suficientes las alternativas predeterminadas. Y entonces notamos que siempre falta algo.
"Y, ¿Cuántas líneas de código produces al día?" Me preguntó con mirada maliciosa "el" Director. Y no es que no supiera la respuesta o que la supiera. Realmente no quería contestar, me sentí indignado, tal vez un poco triste. Cuántos módulos, cuántos botones, cuántas pantallas, cuántos diagramas, cuántas funciones, cuántos datos, cuánto tiempo, cuánto, ¡cuánto!, demonios. Es a lo que este idiota resumía mi tiempo de vigilia malgastado en su putrefacta empresa-juguete (yo soy un parásito, lo sé, y no intento justificarme).
Finalmente desperté de mi sopor, sólo para contestar:
"No sé, no estoy seguro, cien tal vez doscientas, mil si estoy inspirado (ja, pensé), pero... eso no lo es todo, además tengo que analizar problemas, usted sabe, no todo es ir y codificar como si se tratara de escribir cuentos o novelas (jaja, pensé de nuevo), además..." Y seguí hablando y hablando sin siquiera poner atención a mis propias palabras, solamente gritando para mis adentros "hijo de puta, todo te importa un carajo". Como de costumbre, pronuncié un discurso enredabobos de tal forma que no quedara una sola duda sobre lo que estaba explicando. Siempre lo hago en situaciones como ésta, y la gente suele huir despavorida (pero conforme), me divierte tanto. No, la verdad es que es patético...
"En todo caso había un solo túnel oscuro y solitario: el mío, el túnel en el que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida"
El túnel - Ernesto Sabato.
Don Beto, entre otros trabajitos, es el camino pisoteado y empolvado que escucha a la orilla de la carretera, que se alegra o se entristece con sus historias pasajeras, algunas veces complicadas, otras veces demasiado simples e insípidas. Pero no se inmuta ni levanta un dedo. Porque sabe que no es nadie para opinar, allí sentado en su silla de madera como el buen looser que es, la diferencia es que lo sabe y los demás no.
Por eso me pregunto en algunas circunstancias: ¿Qué diría Don Beto?
Y la verdad es que me importa un carajo pero tengo curiosidad.